La obra del escritor romántico Gustavo Adolfo Bécquer no puede entenderse sin la influencia del paisaje y de las gentes del Moncayo, la Rinconada y buena parte de la provincia de Soria. Las ‘Cartas desde mi celda’ o las ‘Leyendas’ son consecuencia de un encuentro explosivo, que llevó al importante poeta español a sacar toda la fuerza literaria que llevaba en su convulsa espiritualidad.
El sensible y tormentoso poeta descubrió en estas comarcas las gentes, el costumbrismo y los escenarios adecuados para contar sus historias y relatos. Encontró la magia, la belleza, el misterio y la fuerza de un paisaje ideal para retroceder a una estética y a unos valores de siglos atrás, desde una modernidad española del siglo XIX que le agobiaba.
La verdad es que el espíritu romántico de Bécquer lo tuvo fácil en estas tierras. ¿Por qué? Lo mejor es visitar las tierras que tanto inspiró a uno de los grandes poetas españoles. Bueno, a él y a su hermano Valeriano Bécquer, un pintor que también compartió con Gustavo su estancia en la zona, y así lo plasmó en sus pinturas y grabados, que dieron proyección nacional y protagonismo al Moncayo y a Soria.
La ruta de Bécquer comienza o termina en Soria o Trasmoz, lo mismo da, porque en la mitad del camino está Beratón, con el paisaje más impresionante del recorrido. Los sevillanos hermanos Bécquer llegaron a la localidad de Trasmoz en 1862, en el somontano del Moncayo, en busca de un lugar adecuado para que Gustavo recuperara una salud siempre delicada. Pero para llegar a Trasmoz antes hay que pasar por Vera de Moncayo. A esta localidad se llega por la carretera Z-372, que se coge desde la N-122, entre Tarazona y Bulbuente.
Vera de Moncayo tiene restos de un castillo del siglo XIV; la iglesia de Natividad del siglo XVI con torre mudéjar-renacentista y un importante retablo de la escuela renacentista aragonesa; el yacimiento celtíbero de Oruña; o los vinos de denominación del Campo de Borja. A un kilómetro de Vera está el sugerente monasterio cisterciense de Veruela (que ahora también acoge un museo del vino), donde residieron los Bécquer una temporada, y donde Gustavo se inspiró para sus ‘Cartas desde mi celda’.
Desde Vera se continúa a Trasmoz, con un castillo que tiene la torre del homenaje restaurada y musealizada, y una inquietante casa-museo de las brujas, que evidencia las sensaciones mágicas que palpitan en el entorno. El tercer pueblo de este triángulo de la ruta becqueriana del Moncayo aragonés es Litago, a sólo 6 kilómetros de Vera.
La aventura becqueriana continúa ya hacia la provincia de Soria, para lo que hay que ir desde Litago o Veruela hasta la zona recreativa del Parque Natural de la Dehesa del Moncayo. Desde ahí se busca la carretera SO-382 que lleva a la localidad soriana de Vozmediano, con castillo y el manadero del nacimiento del río Queiles. De Vozmediano se baja a Ágreda, conocida como Villa de las Tres Culturas, por las huellas que judíos, moros y cristianos han dejado en un pueblo en el que convivieron durante siglos. Es un pueblo con un interesante patrimonio cultural, que merece una visita tranquila.
La ruta becqueriana sigue bordeando el Moncayo hacia la industrial villa de Ólvega, para continuar y encarar el puerto del Carrascal, en la C-101. Antes de llegar al puerto está el cruce de carretera que lleva a Cueva de Ágreda y a Beratón, el último pueblo soriano y el más alto de la provincia de Soria y de la comarca moncaína, a casi 1.400 metros de altitud. Sorprende el entorno natural de la localidad de Beratón, asentada a los pies de la enorme mole del Moncayo, y que al mismo tiempo sirve de balcón hacia Aragón, con una vista espectacular del barranco del río Isuela y los crestones calcáreos de alrededor que caen por la cara más oculta y más agreste del Moncayo.
El viaje becqueriano del Moncayo se retoma volviendo al puerto de la Carrasca -en la carretera C-101-, para ir a Noviercas. Gustavo Adolfo Bécquer conoció muy bien estas tierras del valle del Araviana, que se abren a los campos infinitos de cereal de Almenar y Gómara. El poeta vivió en Noviercas con Casta Esteban, la soriana con la que se casó, natural de Torrubia.
El matrimonio –que tuvo tres hijos- vivió una tormentosa relación, con dudas sobre una posible infidelidad de la mujer y una separación temporal. Paradójicamente, el poeta del amor no tuvo suerte con sus relaciones sentimentales, aunque igual por eso sus Rimas consiguieron tanta sensibilidad, pasiones y sensaciones contradictorias y variadas.
Y para dar más emoción al tema, aparece en el escenario de la vida de Casta Esteban un hombre –del que se dice que pudo ser su amante, aunque nunca se demostró-, conocido como ‘El Rubio’, que fue un bandido de la zona que participó, a las órdenes del ‘Chupina’, en el famoso saqueo del pueblo de Beratón. El romance popular de Beratón dice que ‘El Rubio’ fue uno de los asaltadores muerto en la persecución y ajusticiamiento de los vecinos. Desde luego, no faltan ingredientes para ahondar en la convulsa relación de Casta Esteban y Gustavo Adolfo Bécquer, que murió de tuberculosis muy joven, a los 34 años de edad.
En Noviercas, además de un centro de interpretación sobre las atalayas medievales de vigilancia de la zona, hay un museo de Gustavo Adolfo Bécquer y Casta Esteban, e incluso puede verse la casa en la que vivieron. Asimismo, en la cercana población de Torrubia también está la casa-museo de la mujer de Bécquer, que conserva la ambientación de cómo era una casa de una familia de clase media en el medio rural soriano del siglo XIX.
La ruta hay que continuarla hacia la villa de Gómara, donde se localiza la bellísima historia de amor de la leyenda ‘La promesa’; para seguir por Almenar, en la carretera N-234, donde Bécquer ambientó la leyenda de los ‘Ojos verdes’. La siguiente parada ya es la capital soriana, que también encandiló al escritor romántico -al igual que el resto de la provincia- por el ambiente y el costumbrismo que encontró, como si el tiempo estuviera detenido, respecto a la modernidad que impregnaba Madrid y otras grandes ciudades españolas.
El hermano Valeriano Bécquer también visitó, junto al poeta, la ciudad y la provincia de Soria, elaborando incluso una colección de grabados sobre las costumbres y la tipología de los sorianos . Unas estampas que se publicaron en revistas ilustradas de renombre en la época, como el Museo Universal, la Ilustración de Madrid.
El callejero medieval de la ciudad, el tipismo de sus habitantes y, otra vez, el paisaje que luego emocionó a otros poetas como Machado o Gerardo Diego, captó la inspiración de Bécquer. Dos de las principales leyendas, `El rayo de luna’ y ‘El Monte de las Ánimas’ están localizadas en la capital soriana. Sin duda, la visita a la ciudad de Soria es la mejor manera de terminar la interesante ruta becqueriana, que arranca en Trasmoz, que coge fuerza en las alturas de Beratón, y que descansa en las riberas del Duero de Soria.